
Los personajes de la farándula y el folklore o los "frikis" de actualidad nos sorprenden de vez en cuando con episodios de ansiedad. La fama, aunque esta s ea producto del paso por "Gran Hermano", pasa su factura y un día determinado comienzan los sudores y las palpitaciones y se termina en una sala de urgencias de un hospital.
Baltasar Garzón no podía ser menos. El "friki" judicial por excelencia tenía que acabar como Tamara Seisdedos, con una crisis de ansiedad producto de la presión de la fama. El juez, como superman, vuela de un lado a otro del mundo, buscando injusticias (y si no las encuenta, las crea), intentando solucionar el problema judío-palestino, borrar de la Historia de Chile a Pinochet o procesar a Bush. En España le hemos visto saltar de fosa en fosa común, intentar asegurarse de que Franco había muerto realmente (o Dávila, o Varela, o Muñoz Grandes) y últimamente ir de cacería en cacería en busca de muflones y corzos acompañado por el Ministro de Justicia (¿llevaba Garzón licencia de caza o hacía como su compañero de andanzas cinegéticas?).
Todo este esfuerzo pasa factura y el superjuez no podía ser menos. Ahora lo que deseamos todos es que se recupere para así poder abrir procesos por genocidio y xenofobia a los Reyes Católicos o revisar las sentencias de Nuremberg, buscar a Hitler o averiguar si Elvis vive.
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