viernes, 25 de septiembre de 2009

Esperpento gótico en Nueva York


Los neoyorquinos tendrán dolor de cabeza tras haber sufrido en sus cuerpos la radiación producida por la conjunción interestelar, intercontinental y de dimensiones supra históricas de la unión momentánea de ZP y Obama en un mismo espacio cerrado.

Si a esto unimos el espectáculo gótico ofrecido por la familia zapateril al completo, supongo que los habitantes de la gran manzana no levantarán cabeza en varias semanas.

Supongo que después de este esperpento, los republicanos españoles habrán perdido las ganas de seguir defendiendo la abolición de la monarquía. Imaginar a esta siniestra familia gótica como "primera familia" de España produce urticaria.

Menos mal que no hemos podido ver oficialmente la cara de las "infantas" republicanas, porque si estas hacen juego con la siniestra indumentaria, el tío camuñas, los ogros y las brujas pasarían al recuerdo de los miedos infantiles para ser sustituidos por las hermanas Rodríguez Espinosa.

Siendo serios, si la circunstancia da lugar a ello, habría que proponer a los responsables de protocolo de Moncloa, al Ministerio de Asuntos Exteriores, al Embajador de España en Estados Unidos o sino, a los padres de las criaturas, que tengan más cuidado con este tipo de siniestras apariciones, ya que en el fondo, lo que está en juego es la imagen de España. Otra cosa es que la familia al completo, con sus oscuras indumentarias, quiera homenajear a la España de los Austrias (especialmente de Carlos II), ahora que consideran que están llevando a nuestro viejo Reino hacia el espacio hegemónico que abandonó hace ya dos siglos.

La estética gótica está muy bien, para aquél que guste de ella, para salir con los amigos de tribu urbana por Madrid, hacer un botellón en Moncloa o acudir a una fiesta de Halloween, pero si papá y mamá insisten en ser acompañados por las niñas a un acto oficial con los mandatarios más importantes del mundo, hay que pensar en que su imagen en el acto será la de España y si a toda la familia le gusta disfrazarse de brujas, mejor que lo hagan en la intimidad de Moncloa, dónde todavía resuenan los discursos de Aznar en catalán.