sábado, 21 de febrero de 2009

ANSIEDAD JUDICIAL




Los personajes de la farándula y el folklore o los "frikis" de actualidad nos sorprenden de vez en cuando con episodios de ansiedad. La fama, aunque esta s ea producto del paso por "Gran Hermano", pasa su factura y un día determinado comienzan los sudores y las palpitaciones y se termina en una sala de urgencias de un hospital.

Baltasar Garzón no podía ser menos. El "friki" judicial por excelencia tenía que acabar como Tamara Seisdedos, con una crisis de ansiedad producto de la presión de la fama. El juez, como superman, vuela de un lado a otro del mundo, buscando injusticias (y si no las encuenta, las crea), intentando solucionar el problema judío-palestino, borrar de la Historia de Chile a Pinochet o procesar a Bush. En España le hemos visto saltar de fosa en fosa común, intentar asegurarse de que Franco había muerto realmente (o Dávila, o Varela, o Muñoz Grandes) y últimamente ir de cacería en cacería en busca de muflones y corzos acompañado por el Ministro de Justicia (¿llevaba Garzón licencia de caza o hacía como su compañero de andanzas cinegéticas?).

Todo este esfuerzo pasa factura y el superjuez no podía ser menos. Ahora lo que deseamos todos es que se recupere para así poder abrir procesos por genocidio y xenofobia a los Reyes Católicos o revisar las sentencias de Nuremberg, buscar a Hitler o averiguar si Elvis vive.








martes, 17 de febrero de 2009

BORBONEOS Y LEALTADES


He leído con atención no exenta de emoción la carta que el hijo sacerdote de Tejero ha remitido a varios medios de comunicación.
¿Hasta cuándo vamos a estar escuchando las falacias que políticos y medios transmiten sobre el 23 de febrero?
Los militares que aquél día actuaron lo hicieron en nombre del Rey. Eso es un hecho indiscutible, que además no se ha puesto en duda por parte de ninguno de los investigadores del fallido golpe.
El borboneo es una estrategia que el Rey practica bien. Nunca da la cara directamente sino que utiliza a otros, de forma que si las cosas salen bien, su nombre aparece y la institución se refuerza, pero que si salen mal, su egregia figura queda a salvo.
Juan Carlos I sabe muy bien que su abuelo tuvo que abandonar España por que el borboneo le salió mal. Alfonso XIII apoyó abiertamente y encantado el Pronunciamiento del general Primo de Rivera. Vivió aquellos años dorados en los que se acabó con la Guerra de África, se inauguraron pantanos y carreteras, se mantuvo una paz social y se crearon los principios de la protección social. Pero al final, cuando la estela del general jerezano comenzó a apagarse, rápidamente se desvinculó de él. Esta deslealtad no la perdonaron ni los monárquicos, y acabó quedándose tan solo como él había dejado a su valido.
Juan Carlos I tuvo la gran suerte de contar en aquellos momentos con militares leales, con hombres de honor capaces de aguantar estoicamente años de cárcel con tal de no traicionar su juramento de fidelidad a la corona. Ni Tejero, ni Milans del Bosch eran Javier de la Rosa. Ellos se sentían traicionados por el Rey pero no estaban dispuestos a hacer lo mismo con él. Eran militares de honor y no empresarios sin escrúpulos. El problema, probablemente sea que el Rey no distingue de lealtades entre unos y otros.
Milans del Bosch se llevó sus secretos a la tumba y Tejero, además de pasar 15 años en la cárcel, guarda un leal silencio mientras sobre su persona caen todos los 23-F lluvías de infamia, que llegan a poner en duda su acreditado sentido del honor y del deber.
Probablemente si todo hubiese sucedido hoy, el Rey estaría disfrutando de un dorado exilio londinense al amparo de los favores de un cuñado que tiene muchos que devolver. Los altos Jefes de hoy ya no juran, prometen, algo que para un militar es como el infantil cruce de dedos por la espalda que se hacía cuando se juraba a los compañeros de juego algo que no pensabas cumplir.
Tejero pinta cuadros junto a su amado Mediterráneo mientras Armada cuida camelias en su retiro gallego. Guardan silencio, pero el silencio de Armada hace más sospechosa aún la actitud de la corona. Sería fácil para el anciano general hablar y destruir cualquier tipo de duda que vincule al Rey con la intentona de golpe del 23 de febrero, pero calla y su silencio habla.... y habla del elefante blanco y del domador que lo guiaba.

domingo, 15 de febrero de 2009

SUÁREZ O BARAJAS


Mientras España atraviesa una de las peores crisis económicas que se recuerdan y cientos de miles de personas pierden su empleo cada mes, decenas de miles de empresas cierran sus puertas e infinidad de familias ven como se esfuma su única fuente de ingresos, nuestros apoltronados políticos se preocupan en proponer el cambio de nombre del principal aeropuerto del país.
Se propone el cambio de nombre de "Aeropuerto de Barajas" a "Aeropuerto Adolfo Suárez" y se alega que en Nueva York hay un "J F Kennedy" y en París un "Charles De Gaulle". Parece que los amantes de la comparación desconocen que tanto el asesinado presidente americano como el ilustre general francés fueron Jefes de Estado, o sea las más altas personalidades de sus respectivos países y gozaron de un prestigio internacional fuera de toda duda. En el caso que nos ocupa se trata de un Presidente de Gobierno y su trascendencia mundial es más que discutible. ¿Imaginan que Gatwick o Heathrow se denominasen "International Airport Margaret Thatcher"?.
Parece ser que las terribles cifras generadas por la crisis recuerdan a muchos aquellos tiempos en que Adolfo Suárez fue Presidente del Gobierno de España. La inflación en el momento de su renuncia era de un 14%, la evolución del PIB fue decreciente a lo largo de su mandato y negativa el último año, la tasa de paro estaba en torno al 15% y ETA asesinaba a una persona cada tres días.
No sé si la propuesta se basa en el homenaje o si bien responde a las nostálgicas inquietudes de alguno. La nostalgia describe un anhelo de un pasado idealizado por lo cuál no creo que ningún español con un grado medio de sensatéz desease en la tremenda situación actual volver a las peores circunstancias pasadas.
Más que una clase política, en España sufrimos a una casta politica a la que no duelen prendas en homenajear de una u otra forma al predecesor, al hacedor de poltronas. Para esto sí se pondrán de acuerdo, igual que lo hacen para subir sus sueldos o ampliar sus privilegios.
Desde este humilde púlpito cibernético propongo que de cambiar el nombre al aeropuerto, idea que para nada comparto, pongan el nombre de "Juan Carlos I", o del general "Miguel Primo de Rivera" promotor de la aviación comercial española y gran gobernante. Nombres mejores sobran en nuestra Historia a poco que nos molestemos en buscar, aunque sustituir Barajas por el nombre de aquel al que definió Alfonso Guerra como un "tahur del Misissippi" puede resultar sarcástico.